¿Ha convertido el algoritmo a Facebook en un juguete roto?

Cuando Facebook apareció hace unos años, se convirtió en un elemento revolucionario que iba a cambiar cómo nos comunicamos y cómo nos relacionamos unos con otros.

La red social abrió la puerta a un nuevo tipo de comunicación y modificó las relaciones entre unos y otros.

De pronto, nuestra vida se convirtió en lo que hacíamos para contar en la red social, como bien sabe todo aquel que ha escuchado el ‘hagamos una foto para subirla a Facebook’ durante las vacaciones.

La información se convirtió en algo siempre accesible y siempre disponible, porque siempre hay alguien subiendo cosas al feed de la red social. Facebook nos ha reconectado de un modo diferente con nuestros amigos, ha creado nuevos problemas y nuevas realidades y ha modificado nuestras pautas de comportamiento y hasta lo que consideramos o no privado (como bien demuestra el hecho de que muchos padres de pronto hayan empezado a compartir con el mundo toda la infancia de sus hijos).

Los cambios no solo afectaron a las relaciones sociales, sino también al modo en el que marcas y personas interactúan. Para las empresas, Facebook se ha convertido en un nuevo elemento más de operaciones, en una nueva cuestión que afecta a cómo los consumidores ven a marcas y a empresas y a cómo toman decisiones de compra.

Por tanto, queda ya claro que Facebook ha abierto un nuevo modelo de comunicación en unos tiempos de nuevas relaciones sociales. La red social se ha convertido también en una suerte de mascarón de proa de los social media, el jugador más representativo.

Pero ¿qué ha cambiado en todos estos años? ¿Ha hecho el uso de Facebook y su presencia recurrente en nuestras vidas en los últimos tiempos no solo que se modifique como nos comunicamos sino también que entremos en una suerte de trampa de comportamiento? ¿Se ha convertido Facebook en un juguete roto y ha abierto la puerta a una suerte de círculo vicioso de la comunicación no muy eficiente?

Eso es lo que apuntan en una columna de análisis que acaban de publicar en TechCrunch y que permite lanzarse a una reflexión sobre el papel de Facebook y cómo ha cambiado la comunicación.

Como apuntan en ella, se podría decir que en cierto modo la red social ha entrado en una «viciosa espiral» que ha hecho que lo que prometía o lo que se esperaba no sea exactamente lo que está dando.

La red social nacía con la promesa de hacer que las conexiones fueran mejores y que el mundo fuese a estar mucho mejor conectado. En realidad, ahora mismo, está generando burbujas de información y de comunicación, en la que solo recibimos lo que nos gusta.

Es lo que se conoce como cámaras de eco y lo que se ha convertido en un serio problema a la hora de establecer cómo vemos el mundo que nos rodea. En lugar de acceder a más fuentes de información, lo que estamos viendo es siempre una reafirmación de nuestras propias ideas.

El problema está en el algoritmo.

El problema de esta situación está en el efecto que tiene el algoritmo que organiza cómo vemos la información en Facebook en cómo accedemos a los datos. En TechCrunch lo dejan claro: Facebook está «roto» y lo está por culpa de cómo funciona.

Por un lado, Facebook acaba creando nichos de amigos y temas que dominan el feed que se recibe, lo que hace que en lugar de hacer que estemos más conectados estemos en realidad mucho más aislados (solo vemos eso una y otra vez).

Por otro lado, y este es el segundo punto que genera problemas, el que el engagement sea la métrica que determina cómo se considera de importante algo crea un círculo vicioso de la información. Lo que es relevante es siempre lo mismo, esa información chocante y llamativa que logrará la respuesta.

Es lo que ha ocurrido, al final, estos años con el clickbating o lo que pasó 100 años atrás con la prensa de papel. Lo que vende es lo llamativo, lo chocante, pero si el algoritmo solo se queda con eso todo lo que veremos serán ese tipo de contenidos. El resto ni siquiera tendrán una oportunidad.

Si a todo ello se suma que Facebook está consiguiendo muchas críticas en cuestiones de privacidad, gestión de discurso del odio y hasta respeto de los principios de la web abierta, se puede tener la foto completa. Lo que iba a ser la llave para hablar más y llegar a más interlocutores quizás no lo sea tanto…

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